Marcos estaba apurado. Antes de pasar por la oficina donde trabaja de lunes a viernes, tenía que ir al banco a buscar dinero para pagar unas cuentas. Estacionó su auto en la avenida Aconquija al 1.400 y se dirigió a un cajero de la zona. Cuando volvió notó algo raro: las puertas estaban abiertas. Su sospecha se confirmó cuando se dio cuenta que le habían sustraído la mochila donde tenía su netbook, anteojos de sol y el cargador del celular, entre otros objetos personales. Allí se dio cuenta que había sido víctima de un robo perpetrado por algún delincuente que utiliza una moderna herramienta para apoderarse del botín: “inhibidores de alarmas”.
El sistema es conocido popularmente así, pero en realidad se trata de un dispositivo que neutraliza el cierre centralizado de los vehículos y no las alarmas. Es un modus operandi que se extendió en todo el país y, en nuestra provincia, de casos aislados pasaron a repetirse una y otra vez. “Hubo un pico de casos que se están manteniendo. Pero desgraciadamente las víctimas no realizan siempre muchas denuncias y ello nos impide avanzar con las investigaciones”, comentó el jefe de la división Delitos contra la Propiedad Daniel Robles.
El comisario no pudo establecer una zona donde mayor cantidad de robos se producen con esta modalidad, pero reconoció que se detectaron hechos en los lugares donde mayor concentración de vehículos se produce. “Los estacionamientos de supermercados, shoppings, sitios cercanos a entidades crediticias o comerciales son normalmente, los lugares donde se dieron estas situaciones”, agregó.
Al inhibidor se lo puede adquirir en internet a un valor que va entre los $ 700 y $ 2.000, según sea su calidad y quién lo fabrique. Tiene varias formas que van desde una especie de handy hasta la de un llavero, pasando por una especie de dispositivo similar a los que entregan las empresas de cable o de televisión satelital que se conectan a los televisores.
“Todas las marcas de autos tienen registradas frecuencias para el cierre centralizado de sus vehículos. Los ladrones consiguen esa información y programan los inhibidores con esa frecuencia. Así van eligiendo sus víctimas y atacando”, destacó el jefe de la división Delitos Telemáticos Marín. “No tienen un 100% de efectividad, pero sí cuentan con un alto porcentaje de conseguir éxito en la maniobra ilegal”, agregó.
Cuestiones legales
Dolores dejó estacionada su camioneta Toyota en la playa de estacionamiento de un shopping de Yerba Buena para hacer unas compras. Antes, había realizado varias diligencias en esa ciudad. Entre ellas, retirar la notebook de su marido y la Play de sus hijos. Las dejó en el asiento trasero del auto, en las bolsas que entregan los supermercados. No tardó más de 45 minutos en hacer el trámite. Al regresar, apretó el botón del cierre del auto y observó que estaba abierto. Se asustó y lo primero que hizo fue constatar que le había robado lo que había dejado.
El inhibidor, para los delincuentes, se ha transformado en un arma salvadora. “Utilizan estos elementos porque saben perfectamente que pueden ser imputados por delitos con los que recibirán penas muchos menores y hasta son excarcelables que si cometen un asalto con algún tipo de arma o rompiendo un vidrio de la ventanilla”, explicó el fiscal Diego López Ávila.
El robo es el delito en el cual alguien se apropia de algo de otro usando la violencia o la intimidación en las personas o la fuerza en las cosas. Si la apropiación de algo de otro se hace sin violencia, intimidación o fuerza en las cosas, es un hurto. Ejemplo: el ladrón será imputado de robo si es que rompe la cerradura o el vidrio para sustraer el objeto del interior del vehículo. Si utiliza el inhibidor, no provoca daños, por lo que será un hurto. La pena que se impone por el primer delito va de un mes a los seis años, mientras que por la segunda, de un mes a dos años.
En los pasillos de Tribunales saben que esta nueva tendencia delictiva es similar a una que le genera muchísimos problemas y que hasta el momento no se pudo solucionar: el ataque de las “mecheras”. También son procesadas por hurtos, pero por distintos grises, pocas veces terminan siendo enjuiciadas y, por ende, no cuentan con antecedentes para aplicarles penas más duras. “Muchas veces se terminan prescribiendo las causas porque los acusados no son enjuiciados”, explicó una fuente.
Pero en el caso de los ladrones de inhibidores la situación es mucho más compleja. Un fiscal que recibe esta causa, está obligado a solicitar una serie de medidas. Primero tiene que pedir autorización judicial para que se analice el inhibidor. Después un perito especializado debe constatar que el sistema sirve para desactivar el cierre centralizado. Y por último, convencer a la víctima, que muchas veces ni hace la denuncia, a que facilite el vehículo para determinar si el elemento secuestrado se utilizó para cometer ese ilícito. “Son muchos trámites que se deben hacer, pero es lo que nos indica la Ley y a la que debemos apegarnos”, sentenció López Ávila.
Método infalible
Juan buscó a su novia y se fue directo a un bar de la avenida Presidente Perón para cenar junto a otras parejas amigas. Avisado que esa era una zona de ataque de inhibidores, activó el cierre centralizado de su vehículo y constató (intentando abrir la puerta) que efectivamente estaba cerrada. Entre charla y charla, salió a la vereda a fumar. Le llamó la atención que dos jóvenes motociclistas iban y volvían por el lugar donde había decenas de autos estacionados. Descubrió que uno de ellos accionaba un aparato similar a un control remoto. No dudó y llamó al Servicio 911. A los minutos, con la llegada de los efectivos se armó un revuelo. Los uniformados los aprehendieron al sospechar que estaban intentando robar los vehículos. Después se enteró por un amigo, que al no haber víctimas, dejaron en libertad a los supuestos ladrones, pero le secuestraron la moto (no tenía papeles) y le quitaron el inhibidor para ser analizado.
El comisario Robles destacó que ese ciudadano hizo lo que deberían hacer todos los tucumanos. “Para evitar este robo hay un sólo método infalible: controlar que las puertas queden bien cerradas. Eso se hace intentando abrirlas después que se accionó el cierre centralizado. Eso debe transformarse en una costumbre para todos. Como también debe ser que las víctimas o los testigos denuncien los hechos para que nosotros actuemos”, explicó.
“Denunciar no sólo es importante para detener a los autores, sino que también es clave para que la Policía organice tareas de prevención especiales y que los investigadores analicen caso por caso para dar con los autores”, concluyó Robles.